domingo, 12 de agosto de 2012

Carreteras y pueblos con nombres que te recuerdan a Mordor.

¡Saludos fresquitos -o no tanto- desde Noruega!

Aprovechando este medio día de descanso e intentando que esto me quede medianamente decente, voy a explicaros un poco el transcurso de estos dos días. Para empezar, solo anunciar que... ¡ya le estamos cogiendo el tranquillo a las carreteras! ¡¡YUHU!! -aunque creo que el hecho de que nuestras visitas estos días hayan sido fuera de la zona céntrica de Oslo tiene mucho que ver-.

Primera parada del día de ayer... ¡¡Drøbak!! Atención, ¿escucháis eso? campanillas, villancicos, risas de niños -no tan niños-... ¿no huele a navidad? ¡¡Si!! ¡No me he vuelto loca, no! Antes que nada, voy a poneros una breve explicación de este bonito pueblo noruego y así creo que me entenderéis un poco:

La pequeña ciudad de Drøbak se encuentra al lado este del Fiordo de Oslo, a media hora de Oslo. Sus calles estrechas, de los siglos XVIII y XIX, con sus casitas de madera, confieren a la ciudad un aspecto idílico. En el centro de Drøbak está la plaza donde encuentran La Casa de la Navidad de Tregaarden y la Oficina de Correos de los Duendes de Papá Noel. En el pintoresco muelle se encuentra el Acuario Drøbak. 
Información extraída de visitoslo.com 
¡Precaución! ¡Santa anda suelto!
 ¡Como habeis leído! He estado en uno de los pueblecillos dedicados a la "construcción" de los juguetes de Papá Noel.  Es un pueblecillo precioso, que ya nada más entrar te evoca ese toque mágico navideño -aun estando en pleno Agosto-.  Con esa imagen tan graciosa de "¡Precaución ¡Santa anda suelto!", no puedes hacer más que sonreír y dejarte llevar por las casitas sacadas de revista navideña. Tiene una mezcla de pueblecillo pesquero -qué lo es, vamos- y pueblo de cuento infantil. Casas de madera de colores; blancas, amarillas, rojas, verdes... decoradas con flores en los balcones, y aunque las flores no son tan bonitas como las que solemos ver en España, bien es cierto que desprenden un olor increíble y que se te queda en la naricilla. 

Más allá de eso, más allá de el evidente tema navideño que empañaba las calles de Drøbak, lo que me llamó la atención fue que mientras que había un montón de turismo familiar y lleno de niños, casi toda la población de ese pequeño pueblo era gente anciana. Mi mente imaginativa no pudo más que imaginarse que esa gente mayor, un mes antes de que llegue navidad, son los que se acaban convirtiendo en los pequeños duendecillos que ayudan a Santa a preparar los juguetes y regalos ¡¿qué tontería, verdad?! ¡pero oye... soy así, tiendo a imaginarme historias con pequeñas cosas!

Después de comernos un rico helado típico de por aquí, nuestra segunda parada fue Moss, que pese a que os suene el nombre de la descabellada Kate Moss, no tiene nada que ver con ella ¿o si? La verdad es que innegablemente esta ciudad me recordó demasiado a "La Roca del Vallés" así que no es que pueda decir que no alejara de la idea de la moda y las pasarelas cuando aseaba por una de las calles de la ciudad. Pero quitando eso, creo que la ciudad de Moss, no tiene mucho allá... no me gustó mucho, quizás lo único destacable es su entrada, coronada por el escudo de la ciudad y las farolas, de lo más extrañas y también decoradas con el escudo; rojo burdeos con una ¿águila? amarilla en el centro. Un punto positivo es que gracias a este viaje ya sabemos como volver al aeropuerto de Rygge, que se encuentra a pocos kilómetros de la ciudad.

Y después de Moss volvimos a Oslo, después de un ajetreado dia en carretera decidimos descansar un poco y, después e dar un paseo cortito por los alrededores de la residencia -encontrando otro supermercado ¡ojo! con descuentos que KIWI no tiene *cofcofinteresantecofcof*-, volvimos, cenamos y después de acabar de ver "Los pilares de la Tierra" -¡¡Eddie Redmayne!! \( >w< )/ ¡YAY!- a dormir como niños buenos.
Fredrikstad (vía: absolutnoruega.com)

El día de hoy ha sido más sencillito, nos hemos despertado más tarde -al menos yo, que he preferido hacerme un poquitín más la marmotilla de lo que ha sido habitual estos días-, un desayuno rico ¡y a a carretera again! Tras hora y media de camino nos hemos plantado en Fredrikstad. Es gracioso comprobar que ahora la mayoría de lugares ya empiezan a sonarme -sobretodo porque nos hemos perdido lo nuestro por estas carreteras-, y pese a ser domingo y tener la mayoría de calles cortadas, puedo decir que ha sido una ciudad que debería de volver a visitar porque me ha dejado con ganas de más. Volveré, porque con lo reducido de lo que hemos podido ver solo puedo decir que me ha sorprendido el ritmo de las corrientes, no sabías hacia donde iba el agua y las barcas que cruzaban el río eran de lo más pintorescas y pequeñas.

Después de dar una pequeña vuelta por la ciudad, hemos vuelto a Oslo y mientras fuera hace una chicharra que lo flipas -¡¡si!! ¡cuando sale el sol es achicharrante! ¡no entiendo el blanco nuclear después de recibir el impacto de este solarro encima! ¡NO.LO.ENTIENDO!- aquí me hallo escribiendo otro parrafote inhumano. Esto si que es más de lo que me hubiese imaginado cuando empecé esto. Parece mi cuaderno de bitácora personal. Aunque en cierto aspecto me hace gracia, porque por más que leo y releo los nombres de las ciudades y los pueblos que estoy escribiendo -y viendo-, sigo pensando lo mismo que pensé el primer día cuando cogimos el coche: Estos nombres nos conducen a Mordor.

¡Nos leemos!
Roser

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